Preguntas y respuestas de teología moral

Casos de la conciencia

Tomado de The Casuist (Joseph F. Wagner Publishers, NY, 1906).

Este caso moral se aplica particularmente al llamado “uso recreacional de drogas.” Aunque aquí se considera el uso de la morfina, su mal uso — tal como se describe en este artículo — se aplica también a las otras drogas de hoy, las cuales a menudo son más dañinas para el cuerpo y el alma.


El uso de la morfina

Pregunta: ¿Cómo se ha de considerar el uso de la morfina, o su hábito, desde el punto de vista moral?

Respuesta: 1. Cuando es meramente cuestión de apaciguar la excitación nerviosa o de aliviar el dolor, el uso de la morfina no puede prohibirse de manera absoluta como contraria a la moral; pero en vista del peligro inminente que se origina por su mal uso y de los malos efectos que está propensa a producir, las preparaciones de morfina pueden usarse solo bajo la dirección de un médico diligente.

2. El uso habitual y excesivo de la morfina es, sin duda alguna, pecaminoso. Su uso excesivo se volverá gravemente pecaminoso, incluso pecado mortal, en casos donde ocasiona daño serio a la salud corporal, o en donde, por razón del placer y la comodidad que proporciona, provoque una completa intoxicación, una privación temporal del uso de la razón. Esto último volvería pecado mortal un caso singular. En el uso habitual, la culpa mortal se encuentra en el conocimiento del daño que obrará la droga, de tal manera que en caso de una suspensión decidida, al recaer, se le enfrentará con indulgencia.

3. Si el uso de la droga no alcanza los grados ya mencionados en el punto No. 2, entonces el uso excesivo, aunque pecaminoso, no es precisamente pecado mortal.

4. Con los enfermos terminales, cuando la muerte se aproxima, no puede justificarse moralmente el uso de la morfina para provocar estupefacción, aun si es para aliviar el dolor, a menos que se intente producir un sueño refrescante o como anestético en una operación quirúrgica. De lo contrario, privar a un paciente de la conciencia poco antes de morir debe considerarse como una abreviación ordinaria de la vida, a lo cual no estoy yo obligado a oponerme si alguien lo lleva a cabo en buena fe para prevenir mayores males, pero que tampoco me pueden pedir consentimiento o ayuda.

 

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