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¿Podría alguna vez aconsejarse los matrimonios mixtos?

Casos de conciencia tomados de The Casuist
(Joseph F. Wagner Publishers, NY, 1906)


El Sr. B., un un acaudalado comerciante protestante, contrajo matrimonio con una mujer católica y le prometió que sus hijos serían criados como católicos. Tras una feliz vida matrimonial, la esposa muere y deja a tres niños aún menores de edad. La madre de B. seguía con vida, pero él no deseaba dejar a sus niños en el cuidado de ella, pues había prometido su educación católica. En estas circunstancias, pidió nuevamente la mano de una mujer católica. Esta buscó consejo en su confesor, y éste le recomendó que aceptara la oferta.


  1. ¿No conviene alguna vez aconsejar entrar en un matrimonio mixto?
  2. ¿Actuó el confesor contra la Iglesia in casu?
  3. ¿Qué debería aconsejar el sacerdote al Sr. B. si éste alguna vez fuera a pedir consejo en el asunto?

Respuestas:

1. La terrible confusión que ocasionan los matrimonios mixtos, tanto para el individuo como para la Iglesia, se conoce lo suficientemente. La pérdida de almas y el avance del indiferentismo muestran claramente cuán fundadas se hallan las quejas de los obispos y el clero de todas partes de la Iglesia, y recuerdan las palabras conmovedoras de Pío VIII, que acompañaron a la delegación de dispensa a los obispos de Prusia:

“Después de estas cosas, Su Santidad, arrodillándose al pie del crucifijo, protesta que es llevado — o mejor dicho, forzado — a aceptar la mencionada tolerancia únicamente para que no sobrevengan mayores problemas a la religión católica.”

Por esta razón, es deber sagrado del sacerdote hacer mención frecuente en sus sermones de las malas consecuencias de los matrimonios mixtos, y de formular protestas hasta en la catequesis escolar. Con todo, de vez en cuando se concederá el permiso para un matrimonio mixto si la Iglesia juzga que existen razones de peso y si se obsevan las condiciones necesarias. La práctica de la Iglesia lo prueba, y Benedicto XIV prohibe considerarse como pecaminoso tal matrimonio contraído después de una dispensa válida. Sin embargo, lo tolerable con ciertas condiciones, puede en condiciones especiales volverse bueno y encomiable, y, por lo tanto, aconsejable. Esto ha de contestar la primer pregunta.

2. El que actúa contra la Iglesia obra contra el espíritu de la Iglesia, y es aquel que no observa sus leyes y da ocasión para la violación de las mismas. Un confesor que asesorase un matrimonio mixto por cualquier razón ordinaria sin duda actuaría contra la Iglesia. En nuestro caso, empero, está en juego la salvación de tres niños, que pueden cuidarse sin peligro para el alma propia. Estamos tratando con un hombre que toma muy en serio la educación católica de ellos y que, por esta sola razón. busca nuevamente una esposa católica. Tal persona seguramente nunca pondrá obstáculos en las prácticas religosas de su esposa; esto ya fue comprobado durante el primer matrimonio. Al contrario, hay justificada esperanza de que él también pueda a la larga seguir el camino de la gracia. Por tanto, ¿quién podría censurar el consejo de este confesor como si fuese contrario a la Iglesia si recomienda a una católica celosa tan espiritual obra de misericordia? Al autor de estas líneas se le viene a la mente un caso muy similar. A la muerte de su esposa católica, un protestante deseaba ganarse una joven católica por esposa, de tal manera que fuera capaz de cumplir su promesa de criar a sus hijos como católicos. El confesor le aconsejó a la joven que estaría ella haciendo una buena obra al aceptar la oferta. Mas ella declinó casarse con un protestante; y ningún católico puede culparla. Sin embargo, ¿qué sucedió? El hombre al final se casó con una joven protestante, la cual consideró muy extraño que ella y su esposo protestante criaran a sus hijos como católicos. El esposo al principio no quería discutirlo, pues deseaba guardar su promesa. Pero luego se metió el ministro protestante, y de tal manera arengó a los dos que finalmente los niños fueron enviados a una iglesia y a una escuela protestantes.

El consejo de nuestro confesor ciertamente no fue contra los intereses de la Iglesia.

3. Lo anterior contesta la tercer pregunta. Si el Sr. B. acude al sacerdote católico y demuestra ser el hombre que juzgamos que es a partir de los hechos del caso, el sacerdote puede ayudarlo a encontrar una esposa católica que tenga las posibilidades de llevar a cabo la tarea impuesta por este matrimonio.