Regresar al Índice en Español

Los Decretos del Vaticano II Comparados con las Anteriores Enseñanzas de la Iglesia

Esta serie de artículos, que estudia las enseñanzas heréticas del Concilio Vaticano II, apareció por vez primera en la revista El Reinado de María hace algunos años. Su propósito era mostrar, de manera explícita, las herejías del Vaticano II a base de comparar los decretos oficiales de este conciliúbulo con los anteriores de la Iglesia Católica.

Hoy existen muchos que dicen que el Vaticano II fue meramente un concilio “pastoral,” es decir, que en él nada doctrinal se definiría. Al decir que puede contener errores, por ser únicamente pastoral, tratan ellos de justificar sus herejías; en pocas palabras, uno lo puede aceptar o rechazar fúcilmente. Estos supuestos teólogos modernos estún prontos a citar los comentarios de Juan XXIII de que este concilio se reuniría para disctuir nada doctrinal; y, por tanto, dicen ellos, no fue infalible.

Al contrario, el Segundo Concilio Vaticano sí se reunió durante los años de 1962-65 para discutir (y pervertir) la doctrina (testigo: el Decreto Dogmútico de la Doctrina de la Fe). Es importante notar que todos los decretos del Vaticano II fueron concluidos con este u otro epílogo similar: “Todas y cada una de las cosas expuestas en este decreto se han ganado el consentimiento de los Padres. Y Nos, … juntamente con los Venerables Padres… las aprobamos, decretamos y establecemos…” (A esto le siguen las firmas de Paulo VI y lo Padres del Concilio.) Estas declaraciones, como ya hemos explicado en números anteriores, constituyen el ejercicio del Magisterio docente de la Iglesia.

En estos decretos hay, sin embargo, clara herejía. Por tanto, aquellos que le pusieron sus firmas se han hecho culpables de las herejías ahí contenidas. Son herejes públicos e incurren en las penalidades estipuladas en las leyes eclesiústicas que van para todos los culpables de herejía pública. Por ello, debemos rechazar al Vaticano II como falso concilio y considerar a todos los que lo promueven y apoyan como herejes públicos, fuera de la Iglesia Católica fundada por Jesucristo.