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En Defensa de mi Consagracion Episcopal

(Carta de Monseñor Moisés Carmona)

Mi querido y verdadero amigo:

En respuesta a su carta, debo decirle lo siguiente.

Es claro que en normales circunstancias, ningún obispo puede consagrar lícitamente a otro obispo. Sin embargo, actualmente estamos viviendo en circunstancias que no son normales y que constituyen un caso inusual para lo cual nada está claramente legislado. Tres cosas caracterizan nuestra sutuacion actual:
 
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1) Desde la muerte de Pío XII, no hemos tenido sino impostores, lo cual significa que por cerca de veinte años la Sagrada Sede ha estado vacante.

2) Casi el episcopado entero se ha embarcado en una nueva religión, y por lo tanto ha apostatado de la verdadera Fe, renunciando a la eterna Iglesia.

3) El hambre de los verdaderos fieles por la palabra de Dios, la cual ya no les esta siendo predicada, y la solicitud que ellos nos hacen de la administración de los sacramentos Católicos.

En un principio, pusimos nuestras esperanzas en el Arzobispo Lefebvre, en quien vimos a un verdadero obispo Católico, un defensor de la Fe verdadera, con quien la sucesión apostólica legítima continuaría; pero hemos sido engañados. Lefebvre ha sido afectado; nos hemos sentido traicionados viéndolo hacer tratos con el vaticano desde donde todos los golpes contra la verdadera Iglesia han venido.

Si bien el hombre falla, Dios no puede hacerlo, tampoco puede El abandonar a Su Iglesia. Esta es la razón por la cual, providencialmente y en su tiempo oportuno, el muy ilustre y humilde Arzobispo de Hue, Vietnam, con sus valientes declaraciones, ha presentado a todos los hombres el desastroso estado en el cual la Iglesia se encuentra a si misma ante los ojos de Dios. El declaró la vacante de la sagrada sede y la invalidez de la “Nueva Misa”, comprometiéndose a sí mismo como un Arzobispo Católico que haría por la Iglesia todo lo que él pudiese y debiese hacer.

El episcopado fue ofrecido a mi persona. Tuve que pensar mucho acerca de esto antes de que pudiese decidir. Al final, Acepté por la sola razón de ayudar en el rescate y triunfo de la Iglesia.

En Octubre 17, el Padre Zamora y yo, fuimos consagrados por el Arzobispo Thuc prácticamente en una catacumba, con sólo dos distinguidos doctores como testigos. Ambos fuimos conscientes de las furiosas tormentas de protesta que vendrían, pero las palabras de nuestro Divino Maestro nos alentaban: “Llorarás y te lamentarás, mientras el mundo se regocija; y estarás triste, pero tu tristeza sera tornada en júbilo” (Juan 16:20).

En nuestro regreso a México, los ataques empezaron. Algunos dijeron, sin ningún fundamento, que nuestras consagraciones eran inválidas porque habíamos sido consagrados con el nuevo rito; otros, más serios, dijeron que basados en el Canon 953 y 2370, las consagraciones eran válidas pero ilícitas, y que consecuentemente habíamos sido suspendidos.

Como podemos ver, nuestros detractores ignoraron el axioma Qui cum regula ambulat, tuto ambulat — “El que con la regla camina, camina seguro.” Ellos deben recordar, si lo han olvidado, que el Papa Gregorio IX dejó once reglas y Bonifacio VIII ochenta y ocho para la interpretación verdadera de la ley. Estas reglas, de acuerdo al Canon 20, pueden suplir el defecto de la regla en un caso particular, como en el caso en el que actualmente nos encontramos a nosotros mismos. Consecuentemente, la cuarta regla de Gregorio IX expresamente declara: Proper necessitatem, illicitum efficitur licitum — “La necesidad hace lícito lo que era ilícito.”

La necesidad de tener obispos y sacerdotes Católicos y la falta de los sacramentos verdaderos pueden ser vistas fácilmente; por lo tanto fuimos válida y lícitamente consagrados.

La regla 88 de Bonifacio VIII también expresamente declara Certum est quod is committit in legem qui legem verbum complectens contra legis nititur— “Cierto es que peca contra la regla quien se apega a la letra y deja de lado el espíritu.” Por lo tanto, es injusto imputar al legislador un deseo de dañar grandemente a la Iglesia durante la vacante de la Sagrada Sede al prohibir la ordenación de obispos y sacerdotes y la administración de los sagrados sacramentos a los fieles que los solicitan.

Por lo tanto, al aceptar la consagración episcopal de parte del Arzobispo Thuc, hemos confiado en el respaldo de estas reglas, conscientes y ciertos de que habríamos pecado , si al respaldarnos en la letra [de la ley] rechazáramos las consagraciones, puesto que habría solamente un obispo Católico para transmitir la sucesión episcopal.

[Breve párrafo de poca relevancia se omite aquí.]

Por favor, acepte mi más sincero afecto. Ruego a Dios continúe iliminándole de manera que pueda continuar en la batalla, defendiendo los derechos de Cristo y Su Iglesia, ahora tan lastimosamente ofendidos por aquellos que tinen el deber de defenderlos, incluso a costa de sus vidas.

Moisés Carmona R
Mayo 18 de 1982

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